Esqueleto de clavos
Los
clavos no son el problema,
el
problema es cuando oxidan en hueso y entrañas, aleación de óxido y
sangre,
clavo
tan fuerte como la imagen
que
cada tanto se repite en la cara interna de las muñecas.
El
mundo alienado hijo de la sombra,
clavo
en la ausencia ubicado en el punto exacto donde el hueso se astilla,
donde
se hastía el alma y se clavan los ojos de búho hasta el tuétano.
clavos
y clavos, clavo mi propio esqueleto de clavos,
se
oxidan cruces y rezos,
los
ojos donde expiro en alucinaciones que desquician al que n o cabe en
el cubículo,
oxida
el miedo en el clavo la vida…
Los
clavos no son el problema,
hablamos
de ritmo,
el
ritmo de caminar el ritmo de pensar el ritmo de sentir,
el
ritmo en la comprensión y asimilación del propio ritmo,
los
ritmos diversos.
Camisa
de fuerza para el esqueleto de clavos,
clavos
anestesian el gusto, el ritmo,
sacuden,
desean
seguir bien clavados encorsetando a flashbacks la tormenta de martes.
Los
clavos no son el problema,
el
problema es la alienación y sus cubículos donde encajar o no,
el
óxido en los relojes,
desaprender,
aflojar
las soldaduras que estructuran nuestro esqueleto pesado.
En
un mundo alienado,
Sólo
somos esqueletos de clavos caminando la calle sin levantar la cabeza
del suelo.
El
sueño concurre en fantasías de alejarse y reaparecer en el
esqueleto exacto de clavos,
Limpio
de óxido y en su propio ritmo…
Carmen Megías
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